Ha pasado un tiempo desde aquella tragedia que
involucró a Dominic, y Dimitric aún no lo supera. Quedándose en su residencia
destrozado, agarra la fotografía que estaba encima de una chimenea y se dice a
sí mismo: "Padres, he quedado solo. ¿Qué hago ahora?" Se sienta en el
suelo, cabizbajo. Después de un rato, mira su sable que está encima de la mesa
de estar. Se levanta y se dirige hacia él. Al cogerlo y sacarlo de la vaina, se
dice: "¿Qué estoy haciendo? Debería vengar la muerte de Dominic".
Dimitric recuerda que su padre le contó sobre un maestro que vivía en las colinas
y decide embarcarse en un viaje para que este maestro le enseñe todo lo que
sabe, y así poder vengar la muerte de su hermano.
Después de varios días de viaje, llega al
lugar y dice: "Kendrick-sensei, he venido aquí para que me enseñes el arte
de las espadas, porque necesito vengar la muerte de mi hermano. Soy hijo de tu
antiguo discípulo, Kenshi Kimura". Sin embargo, el sensei se niega, pues
ve odio en su corazón y le dice: "Primero tienes que dejar de lado tu ira.
Percibo un aura fuerte. Pero no sabes diferenciar el bien del mal. Cosas como
las espadas no tienen ningún propósito en un combate real. Un guerrero
solitario blandiendo una espada nunca logrará nada. Así que, cuando dejes ese
odio que tienes en tu corazón, te haré mi discípulo". Dimitric responde:
"Pero, sensei, a mi hermano lo asesinaron y quiero encontrar al que lo
hizo para hacerle lo mismo". El sensei replica: "La venganza nunca te
llevará a ningún lado". Dimitric dice: "Lo siento, sensei". El
sensei lo observa detenidamente y ve que, a pesar del odio que Dimitric tiene,
hay un corazón bondadoso pero impulsivo. Entonces le dice: "Entra y guarda
todas tus cosas en una habitación, luego dirígete al dojo para que me muestres
lo que tienes". Dimitric entra y, después de guardar sus cosas, se dirige
al salón de entrenamiento. El sensei le dice: "Prepárate y ponte en
posición de ataque". Una vez en posición de ataque, el sensei identifica
rápidamente su punto débil y le ordena que lo ataque. Dimitric corre hacia el
sensei, pero este lo esquiva y lo golpea con el mango del sable en la espalda,
diciendo: "Te precipitas demasiado rápido y le das a tu oponente
oportunidad de atacar". Mientras Dimitric se levanta, el sensei comenta: "No
te pareces a tu padre, más bien a tu madre, quien era un poco impulsiva. Tu
padre, en cambio, era una persona tranquila y analítica. Él era un prodigio
ante mis ojos. Tienes que enfocarte en tu objetivo, no te apresures. Prepárate
de nuevo y atácame". Dimitric ataca nuevamente, pero el maestro lo
detiene, diciendo: "Muy bien, esta vez continúa el mismo movimiento, pero
ahora con más fuerza". Después de una hora de entrenamiento, el sensei
detiene la pelea y dice: "Basta por hoy". Dimitric escucha las
palabras del sensei: "Un samurái comprende que el coraje es coraje. Vive
la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje trascendental no es
ciego, es inteligente y fuerte. El samurái desarrolla el coraje y hace que su
cuerpo lo sea, ejerciendo el control sobre sí mismo y sustituyendo el miedo por
el respeto y la preocupación". Con estas palabras, el sensei se retira.
Temprano
en la mañana, Dimitric se levanta de su cama al escuchar ruidos detrás del
dojo. Se dirige hacia allí y, al llegar, abre un poco la puerta para ver qué
está sucediendo. Para su sorpresa, ve al sensei entrenando. No puede creer lo
que está presenciando. Observa cómo el sensei emite auras de sus manos y se
dice a sí mismo: "¿Qué sensación tan extraña es esta?". Mientras el
sensei se mueve, apenas logra verlo derribar pilares de rocas preparados para
el entrenamiento. Dimitric queda maravillado, pero sin darse cuenta, se apoya
en la puerta corrediza, que se abre interrumpiendo el entrenamiento del sensei.
Dimitric,
arrodillado en reverencia, se disculpa diciendo: "Disculpe,
Kendrick-sensei, no fue mi intención interrumpirle. Quedé fascinado con lo que
acabo de presenciar. ¿Sería usted tan amable de enseñarme esa técnica?".
El sensei responde: "No estás preparado para utilizar esta técnica. Aún te
falta mucho por aprender. Además, no se la enseño a cualquiera. Este poder
requiere control, y si no lo tienes, podría consumirte en una sed de sangre,
llevándote a asesinar a cualquiera que se cruce en tu camino. Ahora, busca un
sable del dojo para continuar el entrenamiento".
Dimitric
sale en busca del sable. Al salir y bajar los pequeños escalones, Dimitric le
pregunta al sensei: "Kendrick-sensei, ¿usted le enseñó esta técnica a mi
padre?". El sensei responde: "No, él la aprendió por sí mismo. Una
vez nos enfrentamos en un entrenamiento y ambos llegamos a un empate. Quedamos
impresionados por las habilidades del otro y nos retiramos pacíficamente,
satisfechos con la pequeña escaramuza que habíamos tenido".
Dimitric,
con una sonrisa, le dice al sensei: "Gracias, sensei. Ahora comprendo lo
grandioso que era mi padre". Kendrick responde: "Dejemos de hablar y
comencemos. Hoy entrenarás tu defensa".
Kendrick asiente con la
cabeza en señal de aprobación y se dispone a comenzar el entrenamiento.
Dimitric toma el sable con firmeza y se pone en posición de combate, listo para
recibir las instrucciones del sensei.
Durante las próximas horas, Kendrick le enseña a
Dimitric las técnicas básicas de defensa y ataque con el sable. Dimitric se
esfuerza al máximo por aprender y mejorar su técnica, y el sensei lo corrige y
guía en cada movimiento.
Pero a medida que avanza el entrenamiento, Dimitric
comienza a sentir una extraña energía en su interior. Una sensación de poder
que lo envuelve y lo hace sentir más fuerte y ágil de lo que ha sido nunca
antes.
Intrigado por esta nueva sensación, Dimitric le
pregunta al sensei sobre ella. Kendrick, con su habitual serenidad, le
responde:
---Esa energía que sientes es el ki, la fuerza vital
que fluye a través de todo ser vivo. En el mundo del combate, el ki es
fundamental para lograr la victoria. Pero debes ser cuidadoso, Dimitric, ya que
el ki también puede ser peligroso si no se utiliza adecuadamente.
Dimitric asiente, comprendiendo la importancia de
controlar su ki para no perder el control de sí mismo durante un combate.
El entrenamiento continúa durante el resto del día, y
Dimitric aprende valiosas lecciones sobre el arte de la espada y el manejo del
ki.
Con su mente llena de nuevas ideas y su cuerpo agotado
por el esfuerzo del entrenamiento, Dimitric regresa a su habitación para
descansar y reflexionar sobre todo lo que ha aprendido.
Dimitric asintió en silencio, tomando el sable que Kendrick le había entregado. Él se preparó para el entrenamiento, con su mente centrada en aprender todo lo que pudiera. Kendrick comenzó a guiarlo en los movimientos básicos del combate con sables, corrigiendo sus errores y alentándolo a mejorar en cada paso.
Con cada momento que pasaba, Dimitric se sentía más
confiado y seguro en sus habilidades. A medida que el entrenamiento avanzaba,
se dio cuenta de que estaba empezando a entender el verdadero significado de la
disciplina y la determinación que su padre había tenido durante toda su vida.
Finalmente, después de meses de entrenamiento,
Kendrick detuvo la práctica y se acercó a Dimitric. "Has mostrado una gran
mejora desde aquel momento que viniste", dijo Kendrick con una sonrisa en
su rostro. "Tu padre estaría orgulloso de ti".
Dimitric se sintió abrumado por las palabras de
Kendrick y se dio cuenta de lo mucho que había estado anhelando la aprobación y
el orgullo de su padre. Pero ahora, sabía que podía encontrar esa misma
satisfacción dentro de sí mismo, a través del esfuerzo y la dedicación en su
entrenamiento.
Decidió continuar su entrenamiento con Kendrick, con
la determinación de honrar el legado de su padre y convertirse en un gran
maestro de artes marciales, capaz de enseñar a otros y guiarlos hacia el camino
de la disciplina y la sabiduría.
Después de varias horas de entrenamiento, Dimitric se
sentía exhausto, pero también sentía una gran satisfacción por todo lo que
había aprendido. Se postró ante el sensei y le agradeció por su enseñanza y su
paciencia.
Kendrick lo felicitó y le dijo que había progresado
mucho y que estaba en el camino correcto para convertirse en un gran guerrero.
Le recordó que el camino del guerrero no era fácil y que requería disciplina,
perseverancia y coraje.
Dimitric asintió con la cabeza y le dijo que estaba
dispuesto a seguir entrenando duro para honrar a su padre y convertirse en un
guerrero tan grande como él. Con una sonrisa en el rostro, Kendrick le deseó lo
mejor en su camino y le dijo que estaba seguro de que su padre estaría
orgulloso de él.
Dimitric se despidió del sensei y salió del dojo,
sabiendo que había encontrado su propósito en la vida y que estaba dispuesto a
hacer lo que fuera necesario para alcanzar su meta.
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